Fui caminando y mi bebé iba en su capazo bien comodito, hacía un sol radiante a pesar de ser invierno (febrero), por tanto era oportuno bajar la capota para que le diera un poco de sol. Me detuve porque sentí que el aire estaba contaminado, incluso me apresuré a llegar al centro de salud para que mi recién nacido no fuera expuesto. Nunca antes había sentido esa sensación de contaminación a mi alrededor al pasear. El fuerte instinto de protección sobre mi hijo me llevo a que todos mis sentidos fueran más perceptibles a todo lo que nos rodea: ruidos, emisión de gases, etc.
"QUE SER PADRES SIRVA AÚN MÁS PARA TENER CONCIENCIA DEL CUIDADO DEL MEDIO QUE NOS RODEA" |